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El fin del mundo

Últimamente ha habido mucha discusión sobre algunos astrólogos hindúes que han predicho que este mundo llegará a su fin este febrero. El hecho es que algunos cristianos sinceros temen que estos profetas puedan tener razón, ya que nuestro Señor habló varias veces sobre la llegada del “fin del mundo”.

Estos astrólogos hindúes, sin embargo, están equivocados. Este febrero no verá el fin del mundo, porque según la Biblia el mundo, o la tierra, nunca llegará a su fin. La palabra “mundo”, que nuestro Señor usa en este sentido, no se refiere a la tierra, ni siquiera a las personas que la habitan. Es la antigua palabra griega aion, o edad. Varias eras en el programa de Dios ya han llegado a su fin, y otras lo harán, pero no importa qué armas destructivas pueda diseñar el hombre, la tierra nunca será destruida. En Isaías 45:18 leemos:

“Porque así dice el Señor que creó los cielos: Dios mismo que formó la tierra y la hizo; Él lo ha establecido; No lo creó en vano; Él la formó para ser habitada: Yo soy el Señor, y no hay otro.”

Pero, ¿no predice Apocalipsis 21:1 “un cielo nuevo y una tierra nueva”? Sí, pero el contexto indica claramente que esto se refiere a la futura renovación del cielo y la tierra presentes, no a la creación de otros diferentes. El versículo 5 dice:

“El que estaba sentado en el trono: dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.”

Nota: Él no dijo “hago todas las cosas nuevas”, sino “hago nuevas todas las cosas”. Hay una diferencia.

No debemos preocuparnos por el fin del mundo, sino por el fin de esta era presente en la que vivimos bajo “la dispensación de la gracia de Dios”, porque Dios nunca ha prometido cuánto durará esto. Cada hora que demora el regreso de Cristo para llamar a sus embajadores, es una hora de maravillosa gracia, en la cual los hombres pueden ser salvos por gracia, por medio de la fe en Cristo que murió por nuestros pecados. Por eso Pablo nos exhorta:

“Nosotros, pues, como colaboradores con [Cristo], os rogamos también que no recibáis la gracia de Dios en vano…. He aquí, ahora es el tiempo aceptable; He aquí ahora el día de salvación” (II Corintios 6:1,2).