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El pecado no es una broma

La tendencia actual en la conducta moral estadounidense es a la baja. Cada vez más son miles a nuestro alrededor quienes están tirando la moderación a los vientos “para disfrutar los placeres del pecado”.

Luchamos con el problema de la delincuencia juvenil, pero tentamos a los jóvenes de cien maneras a la inmoralidad y la violencia. Estamos conmocionados por las acciones de los criminales locos por el sexo que hacen que sea peligroso para las mujeres caminar por las calles de noche, pero nuestras mujeres continúan prestando cada vez menos atención a los principios de modestia y decencia que contribuirían en gran medida a su propia seguridad. .

Sobre todo, hemos desatendido la Palabra de Dios. La Biblia ya no ocupa el primer lugar en nuestros hogares. Más bien yace acumulando polvo mientras nuestra fuerza moral y espiritual se disipa al perseguir placeres que no brindan verdadera felicidad o satisfacción. Sí, tenemos “apariencia de piedad”, pero nuestra conducta “niega la eficacia de ella”.

El pecado puede ser “divertido” para muchos. Pueden bromear sobre la embriaguez, la indecencia y la inmoralidad, pero Dios declara que no es una broma para Él. Él dice: “Los necios se burlan del pecado” (Prov. 14:9); porque, no sólo el pecado en su misma naturaleza derriba, en vez de edificar; pero, como criaturas responsables, los pecadores algún día tendrán que dar cuenta de su conducta al Dios que los creó.

Para mirar el lado positivo, todos podemos regocijarnos en otra indicación de que el pecado no es una broma para Dios. San Pablo lo señala en 1 Corintios 15,3, donde dice: “Cristo murió por nuestros pecados”. Cristo conocía los horribles resultados del pecado y la terrible pena que la justicia debe imponerle. Sí, y Él también sabía que “todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23), y en amor infinito Él dejó las glorias del cielo y se inclinó para llevar la vergüenza y el castigo por el pecado ¡Él mismo! “Cristo… padeció una sola vez por los pecados, el Justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (IPed.3:18), y aquellos que llegan a conocer a Dios por medio de la fe en Cristo experimentan la paz y el gozo que este mundo puede nunca pagar.