Enemigos de Dios y adoradores de Satanás

by Pastor Cornelius R. Stam

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“…éramos enemigos…” (Rom. 5:10).

“…el dios de este mundo cegó el entendimiento de los incrédulos…” (II Cor. 4:4).

Muchas personas religiosas pero no salvas no aceptarán el hecho de que son enemigos de Dios y no entenderán por qué la Biblia insiste en que lo son. Pero el Dios que dice que son pecadores, dignos del juicio eterno; que su única esperanza de salvación radica en Aquel que derramó la sangre de Su vida para pagar el castigo por sus pecados: este Dios, el Dios de la Biblia, no lo pueden soportar. Que uno de Sus siervos les diga lo que Él dice de ellos y se insultan. Cuando este Dios, el Dios verdadero, se niega a aceptar sus “buenas” obras o su conducta “justa”, reaccionan como Caín, de quien leemos: “Y Caín se enojó mucho, y decayó su semblante” (Gén. 4:5). ). Simplemente no se inclinarán ante este Dios, y su actitud traiciona su enemistad contra Él.

Pero, ¿por qué no se apartarán de su justicia propia y confiarán en Cristo, quien murió por sus pecados?

Simplemente porque adoran a Satanás, “el dios de este siglo”, quien “cegó el entendimiento de los incrédulos”. ¿Adorar a Satanás? Esto también es difícil de creer para el hombre no regenerado acerca de sí mismo. Así como tiene su propia concepción de Dios, también tiene su propia concepción de Satanás, una concepción equivocada.

Los incrédulos no saben que el verdadero Satanás, el Satanás de la Biblia, tiene un vasto vestuario y, en esta dispensación de gracia, sin duda aparece con mayor frecuencia como “un ángel de luz” con “ministros de justicia” (II Cor. 11: 14,15). A este Satanás sí lo adoran. Lo adoran y tratan de vivir de acuerdo con sus preceptos, convencidos de que el camino de la salvación es hacer buenas obras y ser buenos.