- Berean Bible Society - https://bereanbiblesociety.org -

Predicación de la “gracia”

Ningún ministro de Cristo que sea fiel administrador de los misterios de Dios (1 Corintios 4:1-4) predicaría, durante esta era y dispensación de gracia, el bautismo en agua para arrepentimiento para la remisión de los pecados, como lo hizo Juan el Bautista. Ni tal ministro predicaría para hoy Hechos 2:38, “Arrepentíos y bautícese… para perdón de los pecados”. Ningún evangelista enseñado en la Biblia guiado por el Espíritu Santo le diría a un pecador que busca la vida eterna que guarde los mandamientos y venda su propiedad, como Cristo en la tierra le dijo al hombre en Lucas 18:18-26. Ni él ni ningún otro predicador cristiano debe decirle a la gente que venda todas sus casas y lotes y propiedades personales y coloque las ganancias en manos del predicador, como se hizo en Hechos 2:44,45 y 4:34,35. A ningún mensajero de la “gracia” del Señor se le dice que resucite a los muertos, limpie a los leprosos, predique “El reino de los cielos se ha acercado” y viaje sin dinero, como Cristo instruyó a sus apóstoles en Mateo 10:5-9.

Los mensajeros de “gracia” conocen la diferencia entre Mateo 6:15, 18:23-25 ​​y Efesios 4:32, perdonar a un prójimo como condición para el perdón de Dios y perdonar en el Nombre de Cristo porque ya somos perdonados por Dios. Por el amor de Cristo. Ningún mensajero de “gracia” hoy espera visitas angélicas, liberaciones milagrosas de la cárcel, demostraciones y visiones sobrenaturales, sanidades físicas y hablar en lenguas, como las que experimentó y practicó el pueblo de Dios durante el período de “Hechos”. Cuando comparamos Mateo 5:9 con Colosenses 1:20, vemos la diferencia entre los pacificadores humanos y el Pacificador Divino.

La verdad paulina, o la verdad de Cristo dada a Pablo y a través de Pablo, con respecto a “la dispensación de la gracia de Dios” y “el propósito eterno de Dios en Cristo” es la cura para casi todos los males y -ismos que afligen a la Iglesia de Dios. Esta verdad final dada para completar la Palabra de Dios (Col. 1:24-26) y registrada en las epístolas de prisión de Pablo es el golpe mortal para todos las sectas e “ismos”.