Buenas Nuevas del Calvario

by Pastor Cornelius R. Stam

Print This Article

A lo largo del Antiguo Testamento, la cruz se ve vagamente. Aunque cien personajes históricos y cien sacrificios y rituales levíticos más eran típicos de Cristo y Su obra terminada, ni una sola vez el Antiguo Testamento declara esto. El silencio es profundo. La profecía más clara del Antiguo Testamento sobre la muerte de Cristo, Isaías 53, ni siquiera especifica quién sería el Sufriente.

Fue lo mismo durante la estadía de nuestro Señor en la tierra, porque solo hacia el final de Su ministerio leemos: “Desde ese momento comenzó Jesús a mostrar a Sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y sufrir… y morir…”. (Mateo 16:21). ¿Y cuál fue su respuesta? “Entonces Pedro lo tomó y comenzó a reprenderlo” (Ver. 22). Lucas 18:34 declara tres veces que ellos no tenían la menor idea de que Él aun moriría, mucho menos entendían todo lo que Su muerte lograría. Incluso en Pentecostés Pedro culpó a sus oyentes por la muerte de Cristo y les dijo: “arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros… para perdón de los pecados” (Hechos 2:38). Los doce estaban predicando “el evangelio del reino” y sabían poco acerca de la cruz y su propósito.

No es sino hasta el Apóstol Pablo, ese otro apóstol, que tenemos lo que propiamente se llama “la predicación de la cruz”, es decir, como buenas noticias. Y en el gran mensaje de Pablo, nuestro Señor ya no es visto como la Víctima, sino como el Vencedor, no meramente después de la muerte, o sobre la muerte, sino en la muerte. Su muerte misma es vista como Su mayor triunfo. En Heb. 10:12,14 leemos:

“…después de haber ofrecido un solo sacrificio por los pecados [Él] se sentó… porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.”

Y en Col. 2:14,15, Pablo describe a Cristo en el Calvario clavando la Ley en la cruz y derrotando por completo a Satanás y sus huestes, “triunfándoles en ella (es decir, en la cruz)”. No es de extrañar que el Apóstol exclamara:

“Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo…” (Gálatas 6:14).